El velo denota respeto por el lugar y la conciencia de estar en una situación y en un lugar especiales.
La mujer, que suele ser más espiritual y más sensible a lo religioso que el hombre, usa el velo sobre la cabeza exteriorizando de esta manera una profunda reverencia al ser ella consciente de estar en la presencia de Dios.
La mujer, al cubrirse la cabeza, se recoge en oración, entre otras cosas, evitando así la distracción propia como ajena. De esta manera el velo es símbolo de modestia, de lucha contra la vanidad (cubrir la propia gloria para dársela a Dios), de recogimiento, de entrega a Dios, de imitación a María la sierva del Señor.
No es por tanto el velo algo estético o un adorno, sino un instrumento que llama al recogimiento y al silencio; es un elemento que llena majestuosamente la iglesia de piedad y de reverencia al ver a las mujeres recogidas en oración y entregadas a Dios sin dispersiones dándole a Dios el lugar central en la vida.
El velo ayuda a entender lo verdaderamente importante a los ojos de Dios: “Que vuestro adorno no sea lo de fuera, peinados, joyas de oro, vestidos llamativos, sino lo más íntimo vuestro, lo oculto en el corazón, ataviado con la incorruptibilidad de un alma apacible y serena. Esto es de inmenso valor a los ojos de Dios” (1 Pe 3, 3-4).
Material: Algodon/Poliester
Tipo de mantilla: Bordado traslucido
Longitud: 100cm-49cm