Paquete: 30 piezas
Material: Zinc
Tamaño: 29*20 mm
Peso: 2.9 g
Imagen 1: San Antonio
Imagen 2: San Miguel Arcangel
Imagen 3: Sagrado Corazón de Jesús
Imagen 4: Jesús en la Cruz
Imagen 5: Inmaculada Concepción
Imagen 6: Virgen de los Dolores
Imagen 7: San Charbel
¿Por qué llevamos las medallas de los santos?
Es muy usual para un fiel llevar la medalla del propio patrono o del santo cuyo patronato aprecia.
Por ejemplo, para tener un embarazo fácil, una mujer puede llevar la medalla de Santa Ana o San Gerardo; quien conduce a menudo se sentirá más protegido con la medalla de San Cristóbal, el patrono de los conductores; para encontrar las fuerzas ante una enfermedad grave, se puede recurrir a la medalla de Santa Catalina o de San Peregrino. Las opciones son muchas.
Por otra parte, es habitual llevar las representaciones de una de las apariciones marianas, como Lourdes o Fátima. También son muy amadas las medallas de los Sacramentos, que se convierten en significativos regalos de comunión, detalles de bautizo o confirmación, para regalar a los protagonistas de la ceremonia o a los invitados.
Si le preguntamos a un fiel, por poco ilustrada que sea su fe, por qué usa una medalla, nos va a contestar que es para que Dios, o la Virgen, o los santos lo protejan. Esto podría sonarnos a superstición y podría hacernos pensar que las medallas son para los católicos como un amuleto de la buena suerte. No es así. Los que usan amuletos creen que el amuleto mismo tiene un poder benéfico; nosotros creemos que las medallas no tienen en sí ningún poder, que la protección viene del amor de Dios a quien representan.